Victorioso en Cristo
- Henley Samuel

- Sep 1
- 2 min read
Marzo 22, 2025

Al meditar en la Palabra de Dios hoy, abramos nuestros corazones para recibir Su paz, permitiendo que fluya en cada área de nuestras vidas. Esta paz no es solo un sentimiento, sino una poderosa realidad que transforma nuestros corazones, mentes y espíritus. Profundicemos en Sus promesas, entreguemos nuestras cargas y abracemos la paz que solo Él puede dar.
El Pacto Eterno de Paz
"Haré con ellos un pacto de paz, será un pacto eterno. Los estableceré y aumentaré su número, y pondré mi santuario entre ellos para siempre." - Ezequiel 37:26
Dios, en Su infinito amor y misericordia, estableció un pacto de paz con Su pueblo. Este pacto, a diferencia de los tratados temporales entre naciones, es eterno e inquebrantable. Significa una relación restaurada entre la humanidad y Dios, cerrando la brecha creada por el pecado. Esta promesa, predicha en el Antiguo Testamento, encuentra su cumplimiento final en Jesucristo. Él es el Mesías prometido, el Príncipe de Paz, quien a través de Su sacrificio en la cruz, nos reconcilió con el Padre. El santuario mencionado aquí representa la presencia de Dios habitando entre Su pueblo, una fuente constante de paz y consuelo. Esta presencia no se limita a un edificio físico, sino que reside dentro de los corazones de los creyentes a través del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo, Nuestro Maestro y Consolador
"Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho." - Juan 14:26
Jesús, sabiendo que dejaría físicamente esta tierra, prometió el don del Espíritu Santo. El Espíritu Santo sirve como nuestro Abogado, Consejero, Consolador y Maestro. Él ilumina nuestra comprensión de la Palabra de Dios, trayendo claridad y revelación a las escrituras. Él nos recuerda las enseñanzas de Jesús, guiándonos a la verdad y capacitándonos para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. El Espíritu Santo no es una fuerza pasiva, sino una presencia activa en nuestras vidas, trabajando constantemente para acercarnos a Dios y equiparnos para toda buena obra. Él nos capacita para hablar en lenguas, una poderosa herramienta para el crecimiento espiritual y la comunión con Dios.
A través del hablar en lenguas, liberamos el poder del Espíritu Santo, permitiéndole obrar más libremente en y a través de nosotros. Él nos guía en cada aspecto de nuestras vidas, desde las decisiones importantes hasta las elecciones cotidianas, proveyendo sabiduría y discernimiento más allá de nuestra propia comprensión.
Liberando la Paz Interior
"La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo." - Juan 14:27
Las palabras de Jesús ofrecen un marcado contraste entre la paz del mundo y la paz que Él ofrece. La paz del mundo es condicional, frágil y a menudo dependiente de circunstancias externas. Puede ser destrozada por conflictos, decepciones o circunstancias cambiantes. En contraste, la paz de Jesús es incondicional, inquebrantable y trasciende nuestras circunstancias. Es una profunda seguridad que proviene de saber que somos amados, perdonados y seguros en el cuidado de Dios. Esta paz no es la ausencia de problemas, sino la presencia de Dios en medio de ellos. Nos capacita para enfrentar los desafíos con valentía, sabiendo que nunca estamos solos. El enemigo trata de robar nuestra paz susurrando mentiras y magnificando nuestros temores. Intenta convencernos de que carecemos, estamos quebrantados o no somos dignos del amor de Dios. Pero debemos resistir estas mentiras y mantenernos firmes en la verdad de la Palabra de Dios. Debemos elegir enfocarnos en Jesús, Sus promesas y Su obra consumada en la cruz. Al entregarle nuestras cargas, liberamos la represa que retiene la paz dentro de nosotros, permitiéndole fluir libremente en cada área de nuestras vidas.
Conclusión
Abraza la paz que Jesús ha dado gratuitamente. Deja ir tus ansiedades, miedos y problemas, y descansa en la seguridad del pacto eterno de Dios. Su paz es tu herencia, y está disponible para ti ahora.
Reflexiona sobre esto
¿Qué cargas estás reteniendo que te impiden experimentar la paz de Dios?
¿Cómo puedes cultivar y liberar activamente la paz de Cristo en tu vida diaria?
Oración
Padre Dios, te doy gracias por el pacto de paz que has hecho conmigo a través de Jesús. Declaro que estoy lleno de tu paz que sobrepasa todo entendimiento. Te entrego todas mis ansiedades y miedos, sabiendo que tú eres mi protector y proveedor. Elijo caminar en tu paz hoy y todos los días. En el nombre de Jesús, Amén.
Puntos Clave
Jesús es el puente hacia la paz con Dios.
El Espíritu Santo nos capacita para vivir en paz.
La paz es nuestra herencia a través de Cristo.
Entrega tus cargas a Jesús y abraza Su paz.
Regocíjate en el Señor siempre.
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