Primer paso hacia la resurrección
- Henley Samuel

- Oct 4
- 3 min read
Octubre 04, 2025

Hoy, exploremos el poder transformador de hablar vida sobre situaciones aparentemente muertas. Cuando las circunstancias parecen sin esperanza, cuando los sueños yacen dormidos, hay un principio divino que puede resucitar lo que parece perdido para siempre. Esta meditación te guiará a comprender cómo aplicar esta verdad poderosa a tu propia vida.
El Poder de la Resurrección
En Lucas 7, encontramos una historia profunda de resurrección. El hijo de una viuda había muerto, y mientras el cortejo fúnebre avanzaba por la ciudad, Jesús se acercó:
Cuando el Señor vio a la madre llorando, su corazón se conmovió por ella. Con gran ternura le dijo: "No llores." Luego se acercó al féretro y lo tocó… Jesús habló directamente al cadáver y dijo: "¡Joven, a ti te digo, levántate y vive!" – Lucas 7:13-14
Lo que sucede después demuestra un principio aplicable a cada área de nuestras vidas:
Inmediatamente el joven se incorporó, se sentó y comenzó a hablar. Jesús lo devolvió vivo a su madre.
Observa la secuencia: Jesús habló directamente a lo que estaba muerto, e inmediatamente hubo movimiento, luego restauración completa. La situación muerta no mejoró gradualmente; respondió de inmediato a la palabra hablada.
Cuando las Promesas de Dios Parecen Imposibles
A veces Dios nos da promesas que parecen imposibles cuando vemos nuestras circunstancias. El enemigo usa precisamente esa desconexión para desanimarnos.
Abraham recibió la promesa de un hijo cuando toda evidencia natural lo hacía imposible. Noé fue instruido a construir un arca cuando nunca habían visto la lluvia. Los padres de Moisés enfrentaron la decisión imposible de proteger a su bebé cuando Faraón había decretado muerte.
En cada caso, la promesa misma pudo haber sido causa de desaliento cuando se veía a través de la lente de las circunstancias visibles. Sin embargo, la fe ve más allá de lo visible.
A veces la promesa parece muy grande, pero lo que necesitamos entender es que el gran Dios que dio esa promesa es mayor aún.
Tus Sueños en el Ataúd
Quizá hayas puesto tus sueños en lo que parece un ataúd. Has renunciado porque el tiempo ha pasado, las circunstancias no se alinearon, o las decepciones repetidas te cansaron.
Recuerda esto: así como Jesús se acercó al ataúd, lo tocó y habló directamente a lo que estaba muerto, Él puede hacer lo mismo con tus sueños dormidos y situaciones aparentemente imposibles.
La primera instrucción que Jesús dio a la madre afligida se aplica también hoy:
"No sigas llorando." – Lucas 7:13
Deja de enfocarte en la pérdida, la decepción y la aparente muerte. En su lugar, habla directamente a tu situación.
Habla a Tu Situación
Cuando atraviesas dolor, pasas por el valle de oscuridad o enfrentas circunstancias difíciles, ese es el momento en que debes hablar la palabra de Dios sobre tu situación. Sea lo que sea que hayas colocado en el ataúd de tu corazón —una relación, un sueño, una oportunidad— es hora de despertarlo.
Jesús no solo miró al joven muerto; le habló directamente. Tus palabras tienen poder creativo cuando se alinean con la verdad de Dios.
Cuando dejas de llorar y comienzas a hablar a tu situación, inmediatamente comenzarás a ver movimiento donde estabas atascado.
Presentando lo Muerto a Jesús
La viuda presentó a su hijo muerto a Jesús, pero Jesús se lo devolvió vivo. ¡Qué hermoso intercambio! Tú puedes presentar cualquier cosa en estado de muerte a Jesús, y Él puede darle vuelta y devolvértela vibrante y viva.
Cuando David enfrentó a Goliat, no vio a un gigante imposible; vio una oportunidad de demostrar el poder de Dios. Mientras otros se acobardaban de miedo, David cambió la narrativa y transformó la derrota en victoria.
Por eso más tarde David pudo escribir:
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores. – Salmos 23:5
Dios Ha Visitado a Su Pueblo
Después de presenciar la resurrección, el pueblo exclamó:
"¡Dios ha visitado a su pueblo!" – Lucas 7:16
Esta declaración revela el propósito de la intervención divina en nuestras vidas.
Imagina si la realeza visitara tu hogar: todo cambiaría. El Rey de Reyes nos ha visitado, no solo para observar, sino para bendecir, redimir, liberar y dar libertad.
Muchos se enfocan en la segunda venida de Cristo sin entender plenamente por qué vino la primera vez. Vino para bendecirte, restaurar lo que se perdió y traer vida donde había muerte.
Conclusión
Sea lo que hayas perdido, sea lo que parezca muerto en tu vida, Jesús es tu esperanza de cambio. Así como devolvió al hijo vivo a su madre, Él puede restaurar tus sueños, relaciones, oportunidades y gozo cuando crees en Su palabra.
Deja de poner tus sueños en ataúdes. Mejor preséntalos a Jesús, habla vida sobre ellos conforme a Su palabra, y observa cómo lo que estaba muerto comienza a moverse, levantarse y hablar nuevamente.
Reflexiona en Esto
¿Qué sueños o promesas has colocado en un "ataúd" porque las circunstancias los hicieron parecer imposibles?
¿Cómo cambiaría tu situación si dejaras de llorar por ella y en su lugar comenzaras a hablar la palabra de vida de Dios directamente sobre ella?
Oración
Padre, te doy gracias porque Tú eres el Dios del poder de resurrección. Declaro que nada en mi vida está más allá de Tu capacidad de restaurar. Hoy hablo vida a mis sueños dormidos, a mis circunstancias difíciles y a mis situaciones aparentemente imposibles. Creo que al alinear mis palabras con Tu verdad, el cambio inmediato comienza. Lo que te presento como muerto, Tú lo devolverás completamente vivo. Me mantengo en fe, sabiendo que me has visitado para bendecirme, redimirme y liberarme en completa libertad. En el nombre de Jesús, Amén.
Puntos Claves
Cuando Jesús habla a situaciones muertas, responden de inmediato con nueva vida.
Las promesas de Dios pueden parecer imposibles desde una perspectiva natural, pero la fe ve más allá de lo visible.
El primer paso hacia la resurrección es dejar de llorar por tu situación y comenzar a hablar vida sobre ella.
Lo que presentes a Jesús como muerto, Él puede devolvértelo completamente restaurado y vivo.
Dios ha visitado a Su pueblo no solo para observar, sino para bendecir, redimir y dar libertad.
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