Ojos fijos
- Henley Samuel

- Oct 30
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Updated: Oct 30
Octubre 30, 2025

Hoy, exploremos lo que sucede cuando mantenemos nuestro enfoque en Dios en lugar de nuestras circunstancias. Cuando las tormentas de la vida rugen a nuestro alrededor, nuestro instinto natural es fijarnos en las olas, pero hay una manera mejor. Al desviar nuestra mirada hacia Jesús, descubrimos un fundamento inconmovible que transforma cómo navegamos los desafíos.
Caminando sobre las olas
En el evangelio de Mateo, encontramos el notable relato de Pedro caminando sobre el agua, una poderosa ilustración de la fe en acción.
Jesús, al instante, extendió la mano y lo sostuvo, y le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” Y cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento. - Mateo 14:31-32
La experiencia de Pedro nos enseña algo profundo. Al principio, caminó con confianza sobre el agua hacia Jesús. Pero cuando notó el viento y las olas, la duda se infiltró y comenzó a hundirse. ¿Qué cambió? No las circunstancias; el viento y las olas permanecieron, pero su enfoque se desvió de Jesús hacia la tormenta.
Cuando Pedro se reconectó con Jesús, entendiendo que Su presencia estaba con él, pudo caminar libremente sobre el agua nuevamente. Este simple cambio de perspectiva, del problema a la presencia, lo cambió todo.
Fija tus ojos en Jesús, entonces podrás caminar sobre el agua.
El mismo principio se aplica en nuestras vidas. Cuando fijamos nuestra mirada en Jesús en lugar de nuestras circunstancias, adquirimos la capacidad de elevarnos por encima de situaciones que de otro modo nos abrumarían.
La batalla pertenece a Dios
En tiempos de incertidumbre, a menudo nos sentimos obligados a pelear nuestras batallas solos. Sin embargo, la Escritura nos recuerda una verdad liberadora que se encuentra en 2 Crónicas:
Porque no tenemos fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, pero nuestros ojos están puestos en ti. - 2 Crónicas 20:12
El pueblo de Judá enfrentaba una fuerza enemiga abrumadora. Su respuesta no fue pánico ni autosuficiencia, sino un volverse colectivamente a Dios. Se reunieron, hombres, mujeres y niños, y fijaron sus ojos en el Señor. En respuesta, el Espíritu de Dios habló por medio de Jahaziel:
No temáis ni os amedrentéis delante de esta gran multitud, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. - 2 Crónicas 20:15
Esta declaración sigue siendo verdadera para nosotros hoy. Cualquiera que sea el desafío que enfrentes—preocupaciones de salud, dificultades en las relaciones, presiones financieras—no tienes que enfrentarlo solo. La batalla pertenece a Dios.
Cambiando tu perspectiva
Saber que Dios está con nosotros cambia fundamentalmente cómo vemos los problemas. Como Pedro, podemos caminar a través de las tormentas cuando entendemos que Jesús está presente en nuestra situación.
Conocer la presencia de Dios cambia la manera en que miras los problemas.
Cuando reconocemos que Dios está con nosotros, los problemas no necesariamente desaparecen, pero nuestra capacidad para navegarlos se transforma. El viento y las olas pueden seguir rugiendo, pero adquirimos la capacidad de atravesarlos con confianza.
Esto no se trata de negar la realidad, sino de verla a través del lente de la presencia y las promesas de Dios. Se trata de declarar: “Sé que estás conmigo, Señor. Sé que tienes planes para prosperarme. Sé que tienes buenos planes.”
Permaneciendo en pacto
David entendió algo profundo cuando enfrentó a Goliat. Mientras otros veían a un enemigo insuperable, David vio una oportunidad para demostrar la fidelidad del pacto de Dios.
Tienes un pacto con Dios, así que no necesitas preocuparte ni temer.
Como David, podemos acercarnos a nuestros desafíos declarando: “Vengo en el nombre del Señor. Vengo en la sangre de Jesús. Vengo en la obra consumada de Cristo. Vengo como hijo de Dios.”
Esta relación de pacto significa que nunca estamos solos. Tenemos una conexión con Dios a través de Jesús que nada puede cortar. Esta verdad debería transformar cómo afrontamos cada desafío.
Conclusión
Cuando las tormentas de la vida rugen, recuerda fijar tus ojos en Jesús en lugar de en las olas. La batalla no es tuya para pelearla solo; le pertenece a Dios. Tu parte es mantener el enfoque en Él, confiando en Su presencia y Sus promesas.
Al enfrentar desafíos hoy, cambia tu perspectiva del problema a la presencia de Dios. Recuerda tu relación de pacto con Él. Y camina hacia adelante con la confianza que viene de saber que el Dios del universo está contigo y a tu favor.
Reflexiona sobre esto
¿En qué área de tu vida necesitas cambiar tu enfoque del problema a la presencia de Dios?
¿Cómo podría cambiar tu enfoque hacia los desafíos actuales el recordar que “la batalla pertenece a Dios”?
Oración
Padre, declaro que mis ojos están fijos en Ti, no en mis circunstancias. Gracias porque no enfrento mis batallas solo; ellas te pertenecen a Ti. Permanezco en pacto contigo por la sangre de Jesús. Camino con confianza hoy, sabiendo que Tu presencia va conmigo en cada desafío. Soy Tu hijo, coronado con Tu amor y misericordia, lleno de Tu fortaleza. En el nombre de Jesús, Amén.
Puntos Clave
Cuando fijamos nuestros ojos en Jesús en lugar de nuestras circunstancias, podemos caminar por encima de los desafíos de la vida.
La batalla pertenece a Dios; no tenemos que luchar nuestros desafíos solos.
Saber que Dios está con nosotros transforma cómo vemos y respondemos a los problemas.
Nuestra relación de pacto con Dios nos da confianza para enfrentar cualquier situación.
El miedo y la preocupación pierden su poder cuando nos enfocamos en la presencia de Dios en lugar de en nuestros problemas.
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