Ojos de Padre
- Henley Samuel

- Apr 19
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Updated: Apr 19
Abril 19, 2025

Hoy, exploremos una verdad profunda que transforma la manera en que nos relacionamos con Dios. Cuando entendemos cómo Dios nos ve y cómo debemos verlo a Él, toda nuestra perspectiva espiritual cambia. Esto no es solo conocimiento teológico, es una revelación que cambia la vida y trae libertad e intimidad con nuestro Creador.
La Conexión Inquebrantable
Nada puede separarnos del amor de Dios. Como nos recuerda:
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.— Romanos 8:35-37
Esta verdad forma la base de nuestra relación con Dios. Como un río que desemboca en el océano, estamos tan completamente unidos a Él que nada puede separarnos. Cuando realmente comprendemos esta realidad, el miedo pierde su poder sobre nosotros. Los problemas pueden tocar a nuestra puerta, pero no pueden romper nuestra conexión con el Padre.
Ver a Través de los Ojos de Adán vs. los Ojos de Jesús
Después de que el pecado entró en el mundo, Adán se escondió de Dios. Se sintió avergonzado, desnudo e indigno. Desde su perspectiva en la oscuridad, Dios parecía distante y temible. Esta visión distorsionada ha afectado a la humanidad desde entonces.
En la cruz, Jesús entró en nuestra oscuridad. Por un momento, experimentó lo que sentimos en nuestro estado caído, clamando:
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"— Salmo 22:1
Esto no fue porque Dios realmente lo hubiera abandonado, sino porque Jesús estaba viendo a través de los ojos de Adán, a través de nuestros ojos, desde el lugar de nuestra caída. Sin embargo, de manera crucial, Jesús terminó su tiempo en la cruz con:
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu."— Lucas 23:46
En ese momento, Jesús cerró la brecha. Comenzó con "Dios mío" (nuestra perspectiva) y terminó con "Padre" (su perspectiva). Esta transformación representa el rescate de la humanidad de la oscuridad.
La Misión de Rescate de la Trinidad
La humanidad cayó en una profunda oscuridad, intentando desesperadamente alcanzar a Dios pero quedándose corta. Estábamos demasiado lejos, atrapados en el pozo que nosotros mismos cavamos. Pero Jesús vino a nuestro mundo, completamente conectado con Dios, en una misión divina de rescate.
"Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió." — Juan 6:38
Toda la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, trabajó junta con un propósito unificado.
El Salmo 22 retrata proféticamente lo que sucedió en la cruz.
"Reparten entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echan suertes."— Salmo 22:18
Esto se cumplió cuando los soldados dividieron la ropa de Jesús en la crucifixión. Pero la enseñanza tradicional a menudo sugiere que el Padre rechazó a Jesús, dejándolo solo. Si eso fuera cierto, ¿cómo explicamos el siguiente versículo?
"Porque no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del afligido, ni de él ha escondido su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó."— Salmo 22:24
Dios nunca escondió su rostro de Jesús, ni siquiera en la cruz. Aunque Jesús momentáneamente vio a Dios desde la perspectiva de Adán, clamando "Dios mío, Dios mío", concluyó con "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu". Esto revela la verdad: la Trinidad estaba unida en su misión de rescate.
Jesús estuvo con una mano conectada al Padre y la otra extendida hacia nuestra oscuridad.
"Y el que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que le agrada." — Juan 8:29
Como alguien atrapado en una cueva que no puede ver ni ayudarse a sí mismo, estábamos perdidos en ceguera espiritual. Pero Jesús, iluminado por su conexión con el Padre, entró en nuestra oscuridad. Nos envolvió en su abrazo mientras el Padre lo levantaba a Él y a nosotros con Él, fuera del pozo.
Nuestra Nueva Identidad
Por medio de Cristo, se nos ha dado una nueva identidad:
"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."— 2 Corintios 5:17
Ya no necesitamos ver a Dios a través de los ojos temerosos de Adán. Ahora podemos verlo como lo hace Jesús: como nuestro Padre amoroso que nunca aparta su rostro de nosotros. Estamos sentados con Cristo en lugares celestiales, unidos a Dios en espíritu.
Conclusión
Hoy, elige ver a Dios a través de los ojos de Jesús en lugar de los de Adán. Experimenta el amor del Padre que nunca te abandona. No estás solo ni separado, estás conectado a Dios en un lazo inquebrantable de amor. Deja que esta verdad sane tu corazón, mente, cuerpo y alma. El Padre te ama más de lo que puedes imaginar, y nada puede separarte de ese amor.
Reflexiona sobre esto
¿En qué áreas de tu vida sigues viendo a Dios a través de los ojos de Adán (con miedo, vergüenza o distancia) en lugar de a través de los ojos de Jesús?
¿Cómo cambiarían tus experiencias diarias si realmente creyeras que nada puede separarte del amor de Dios?
Oración
Padre, te doy gracias porque estoy unido a Ti para siempre a través de Cristo. Declaro que te veo como mi Padre amoroso, no como un Dios distante. Rechazo las mentiras de separación y abrazo la verdad de que nunca apartas tu rostro de mí. Tu amor llena cada parte de mi ser, sanándome y restaurándome. Soy tu hijo amado, conectado a Ti en un lazo inquebrantable. En el nombre de Jesús, Amén.
Puntos Clave
Nada puede separarnos del amor de Dios; estamos unidos a Él como un río que desemboca en el océano.
En la cruz, Jesús experimentó nuestra oscuridad pero completó la misión divina de rescate al traernos de regreso al Padre.
Ya no necesitamos ver a Dios a través de los ojos de miedo y vergüenza de Adán, sino a través de los ojos de filiación de Jesús.
Dios nunca esconde su rostro de nosotros. Siempre está presente, siempre nos ama, siempre está a nuestro favor.
Nuestra identidad es segura como hijos amados de Dios, reconciliados por medio de Cristo.
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