top of page

La batalla pertenece al Señor

  • Writer: Henley Samuel
    Henley Samuel
  • Oct 20
  • 3 min read

Octubre 20, 2025

Sword
La batalla pertenece a Dios, no a nosotros; no tenemos que enfrentar los desafíos solos.

Hoy, exploremos una verdad profunda que puede transformar cómo enfrentamos los desafíos en nuestras vidas. Cuando nos encontramos con situaciones aparentemente imposibles, a menudo nos sentimos abrumados y solos. Pero hay una realidad poderosa esperando ser abrazada en la Palabra de Dios. 

 

Conectando nuestros problemas con las promesas de Dios 

En 2 Crónicas 20, el rey Josafat enfrentó una situación aterradora con múltiples ejércitos avanzando contra Judá. Su respuesta nos enseña un enfoque poderoso para nuestros propios desafíos. En lugar de enfocarse únicamente en la amenaza, conectó su problema directamente con las promesas de Dios a través de la oración: 

“Y dijo: Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y no gobiernas tú sobre todos los reinos de las naciones? En tu mano están el poder y la fuerza, y no hay quien pueda resistirte.” - 2 Crónicas 20:6 
“Oh Dios nuestro, ¿no echaste tú a los habitantes de esta tierra delante de tu pueblo Israel y la diste para siempre a la descendencia de Abraham tu amigo? Y ellos han habitado en ella y te han edificado en ella un santuario a tu nombre, diciendo: ‘Si mal viniere sobre nosotros, espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y clamaremos a ti en nuestra aflicción, y tú oirás y salvarás.’” - 2 Crónicas 20:7-9 

Josafat no estaba haciendo una súplica general; recordó específicamente a Dios sus promesas de pacto y lo que Dios ya había hecho. Cuando Dios ha dado una promesa para siempre, ¿cómo puede alguien quitarla? Recordó cómo su pueblo había sido fiel al edificar un santuario para el nombre de Dios y estableció el patrón: cuando viniera el desastre, se presentarían delante de Dios, clamarían, y Dios oiría y salvaría. 

 

Presentando la crisis actual 

Solo después de establecer este fundamento, Josafat presentó la crisis actual: 

“Ahora pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab y los del monte Seir, a cuya tierra no permitiste que Israel invadiese cuando venía de la tierra de Egipto (sino que se apartaron de ellos y no los destruyeron), he aquí, ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de tu posesión que nos diste en herencia.” - 2 Crónicas 20:10-11 

Señaló la injusticia de la situación. Estas eran personas a quienes Israel había mostrado misericordia en el pasado, y ahora venían a quitarles lo que Dios había dado como herencia. A veces enfrentamos ataques que parecen injustos o no provocados. Como Josafat, podemos traer estas injusticias delante de Dios. 

 

La posición perfecta de oración 

La oración concluye con una poderosa declaración de dependencia: 

“Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.” - 2 Crónicas 20:12 

Esta es quizá la parte más importante de la oración. Josafat reconoció su completa impotencia y falta de sabiduría, pero no se quedó allí. Posicionó su enfoque exactamente donde debía estar: “a ti volvemos nuestros ojos”. Cuando no sabemos qué hacer, la mejor posición es fijar nuestra mirada en Dios. 

 

La respuesta tranquilizadora de Dios 

Mientras el pueblo esperaba en Dios, su respuesta vino por medio del profeta Jahaziel: 

“Y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” - 2 Crónicas 20:15 

Este es el mensaje central de nuestra meditación de hoy. Cuando enfrentamos probabilidades abrumadoras, Dios nos recuerda que la batalla, en última instancia, es suya. Esto no significa que no tengamos parte, pero sí que no cargamos con la responsabilidad final de la victoria. 

 

El peligro de la autosuficiencia 

Muchos de nosotros instintivamente tratamos de manejarlo todo por nuestra cuenta. Pensamos que debemos resolver cada problema, pelear cada batalla y cargar cada peso solos. Esta autosuficiencia a menudo conduce al miedo, al desaliento y al agotamiento. 

Cuando tratamos de llevar nuestras batallas solos, experimentamos: 

  • Noches sin dormir 

  • Decepción con otros y con nosotros mismos 

  • Relaciones tensas 

  • Enfoque egocéntrico 

Como nos recuerda la transcripción: “La mayoría de las veces tememos porque pensamos que tenemos que pasar por todo esto solos. Pensamos que tenemos que hacerlo todo por nuestra cuenta. Pensamos que no hay nadie a nuestro alrededor, no hay quien nos ayude, no hay quien nos levante.” 

 

Aprendiendo del ejemplo de David 

Cómo David abordó a Goliat de manera diferente al rey Saúl. Mientras Saúl estaba paralizado por el miedo, David corrió hacia el gigante. ¿Por qué? Porque David no lo vio como su batalla personal, sino como un agravio contra el mismo Dios. 

David conectó el problema con las promesas y el carácter de Dios. No se enfocó en su propia insuficiencia sino en la suficiencia de Dios. Este cambio de perspectiva transformó todo en su enfoque del desafío. 

 

Aplicación práctica 

¿Cómo vivimos esta verdad a diario? 

  1. Conecta tus problemas con las promesas de Dios: Como Josafat, recuérdate lo que Dios ya ha prometido. 

  2. Reconoce tus limitaciones: Sé honesto sobre tu impotencia en ciertas situaciones. 

  3. Fija tus ojos en Dios: Cuando no sepas qué hacer, enfócate en quién es Dios. 

  4. Recuerda que la batalla pertenece a Dios: Suelta la carga de tener que ganar cada batalla por ti mismo. 

  5. Actúa en fe: Colabora con Dios en lugar de intentar hacerlo todo solo. 

 

Conclusión 

Cualquiera que sea el desafío que enfrentas hoy, recuerda que no tienes que enfrentarlo solo. La batalla pertenece al Señor. Esto no significa que no tengas responsabilidad, sino que puedes abordar tu situación con confianza, sabiendo que Dios pelea a tu lado y asume la responsabilidad final de la victoria. 

Cuando soltamos nuestro afán de controlar los resultados y confiamos en la intervención de Dios, encontramos libertad del miedo, del desaliento y del egocentrismo. Descubrimos la paz que proviene de saber que no estamos solos en nuestras luchas. 

 

Reflexiona sobre esto 

  1. ¿Qué situación en tu vida necesitas rendir a Dios, reconociendo que la batalla le pertenece a Él? 

  2. ¿Cómo cambiaría tu enfoque a los desafíos si realmente creyeras que no estás luchando solo? 

 

Oración 

Padre, reconozco que he estado intentando luchar mis batallas solo. Hoy, te rindo mis luchas. Gracias porque no tengo que cargar estos pesos por mí mismo. Declaro que la batalla te pertenece a ti, Señor. Ayúdame a trabajar a tu lado mientras confío en tu fuerza y no en la mía. Renuncio a mi miedo, desaliento y autoenfoque, eligiendo en su lugar fijar mis ojos en ti. En el nombre de Jesús, amén. 

 

Puntos clave 

  • Conecta tus problemas directamente con las promesas y el carácter de Dios, como hizo Josafat en su oración. 

  • Cuando no sepas qué hacer, la mejor posición es fijar tus ojos en Dios. 

  • La batalla pertenece a Dios, no a nosotros; no tenemos que cargar con el peso de la victoria. 

  • El miedo a menudo surge cuando creemos que debemos enfrentar los desafíos completamente solos. 

  • Como David, podemos abordar las dificultades con confianza cuando las vemos como batallas de Dios y no solo como nuestras. 

 

Todo el contenido de este blog es propiedad de Henley Samuel Ministries. Para permisos o consultas sobre el uso de cualquier material, contáctenos en contact@henleysamuel.org. 

 




Comments


© 2025 by Henley Samuel Ministries. All Rights Reserved.

bottom of page