Desaprender y Reaprender
- Henley Samuel

- Jul 31
- 2 min read
Updated: Jul 31
Julio 31, 2025

Hoy, exploremos una verdad poderosa que puede transformar tu caminar espiritual. Así como cambiar de un Android a un iPhone requiere aprender un nuevo sistema operativo, nuestro andar con Cristo exige que desaprendamos viejos patrones y abracemos verdades. Esta práctica diaria de renovación moldea nuestra identidad y determina cómo enfrentamos los desafíos de la vida.
La historia de dos sistemas
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron." Romanos 5:12
Nuestra mente subconsciente opera por defecto con la mentalidad de Adán. Incluso después de aceptar a Jesús, quedan restos de nuestra vieja naturaleza en nuestros patrones de pensamiento. Es como usar un iPhone nuevo pero intentar operarlo con hábitos de Android. Esta desconexión crea tensión en nuestro caminar espiritual.
Por medio de Adán, el pecado entró en la experiencia humana, y la muerte lo siguió como su sombra. Este sistema afectó a todos; todos nacimos en él. Pero aquí es donde la historia cambia drásticamente.
El regalo mayor
La verdad magnífica es que, aunque la transgresión de un solo hombre afectó a todo el mundo, a través de Jesús, todo puede cambiar para quienes creen. Donde las acciones de Adán trajeron muerte, el sacrificio de Cristo trae vida abundante.
"Porque la magnitud del regalo supera con creces el delito. Es cierto que muchos murieron por la transgresión de un solo hombre, pero ¡cuánto más la gracia de Dios y su don de aceptación desbordarán para muchos por lo que un solo hombre, Jesucristo, hizo por nosotros!"
Este contraste revela el corazón de nuestra meditación de hoy: debemos conscientemente desaprender lo que heredamos de Adán y reaprender quiénes somos en Cristo.
¿Qué debemos desaprender?
Nuestra mente necesita renovación diaria. El proceso implica identificar lo que pertenece a nuestra vieja naturaleza y reemplazarlo con la verdad. Considera estas transformaciones:
En Adán, aprendiste que eras pecador;
En Cristo, desaprende esto y abraza que eres justo.
En Adán, la enfermedad era tu herencia;
En Cristo, desaprende esto y reclama sanidad por Sus llagas.
En Adán, la pobreza te definía;
En Cristo, desaprende esto y reconoce que Jesús se hizo pobre para que tú fueras enriquecido.
En Adán, el fracaso era tu identidad;
En Cristo, desaprende esto y permanece como más que vencedor.
En Adán, naciste para morir;
En Cristo, desaprende esto y celebra que naciste para vivir.
En Adán, la desesperanza prevalecía;
En Cristo, desaprende esto y descansa en Él como tu esperanza y fortaleza.
La práctica diaria
Esta renovación de la mente no es un evento único, sino un proceso continuo. Cada día presenta oportunidades para guardar tu corazón, mantener el enfoque en tu visión y avanzar sin importar las circunstancias.
Cuando surjan desafíos, cuando otros intenten limitarte, cuando te encuentres en situaciones difíciles, recuerda que tu identidad no la determinan las opiniones de otros ni tus propios pensamientos sobre ti mismo. Tu identidad está firmemente establecida en Cristo.
La belleza de estar en Cristo es que la vida fluye libremente. La sanidad fluye. El gozo fluye. Las bendiciones fluyen. La prosperidad fluye. La bondad, la misericordia y la gracia fluyen, y tu copa rebosa en el nombre de Jesús.
Viviendo desde tu nueva identidad
Tu subconsciente debe reflejar la realidad de estar en Cristo y no tu antigua identidad en Adán. Esta transformación no ocurre automáticamente, requiere una decisión intencional. Debes decidir qué desaprender y qué reaprender.
Cuando surja el miedo, desapréndelo y reaprende la fe en Cristo. Cuando la ansiedad amenace, desapréndela y reaprende el gozo del Señor. Esta es la esencia de la vida cristiana: desaprender y reaprender continuamente quién eres en Cristo.
Conclusión
El proceso de desaprender y reaprender moldea cómo experimentamos la vida en Cristo. Donde Adán falló, Jesús triunfó. Su gracia supera cualquier transgresión, y Su don de justicia nos capacita para reinar en la vida.
Hoy, abraza tu nueva identidad. Permite que tu subconsciente refleje la realidad de estar en Cristo y no tu antigua identidad en Adán. Al hacerlo, avanzarás sin importar las circunstancias, experimentando el desbordamiento de la bondad de Dios en cada área de tu vida.
Reflexiona sobre esto
¿Qué patrones de pensamiento o creencias específicos de tu "naturaleza adámica" necesitas desaprender hoy?
¿Cómo cambiarían tus experiencias diarias si operaras consistentemente desde tu identidad en Cristo y no desde viejos patrones?
Oración
Padre, declaro que estoy en Cristo, no en Adán. Soy justo, no pecador. Soy sano, no enfermo. Soy bendecido, no maldito. Soy fuerte, no débil. Soy victorioso, no derrotado. Hoy elijo desaprender los caminos antiguos y abrazar mi verdadera identidad en Jesús. Mi copa rebosa de Tu bondad, misericordia y gracia. En el nombre de Jesús, recibo la vida abundante que has provisto. En el nombre de Jesús, amén.
Puntos clave
Nuestro crecimiento espiritual requiere desaprender la mentalidad de Adán y reaprender nuestra identidad en Cristo.
Por un hombre (Adán) la muerte entró al mundo, pero por un hombre (Jesús) la vida fluye abundantemente para todos los que creen.
La renovación diaria de la mente implica identificar viejos patrones y reemplazarlos con la verdad.
Nuestra identidad no la determinan las circunstancias ni las opiniones, sino que está firmemente establecida en Cristo.
Cuando vivimos desde nuestra verdadera identidad en Cristo, experimentamos el desbordamiento de la bondad de Dios en cada área.
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