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Conociendo a Jesús: La Clave para las Promesas

  • Writer: Henley Samuel
    Henley Samuel
  • Sep 1
  • 3 min read

25 de febrero de 2025 

A child runs toward a glowing figure with outstretched arms in a rocky, grassy landscape under a bright blue sky, evoking hope and warmth.
La vida eterna comienza al aceptar a Jesús. 

Esta meditación profundiza en el significado trascendental de conocer a Jesús, explorando cómo esta relación íntima desbloquea los tesoros ilimitados de las promesas de Dios y nos introduce en la plenitud de la vida eterna. Descubriremos el verdadero significado de conocer a Dios y cómo este conocimiento activa Sus bendiciones en nuestras vidas. Prepárate para entrar en un espacio de quietud y contemplación, permitiendo que el Espíritu Santo ilumine tu corazón y mente mientras emprendemos este viaje de descubrimiento espiritual. 


La Vida Eterna: Una Realidad Presente, No una Esperanza Lejana 

La vida eterna no es simplemente un destino futuro, una recompensa reservada para quienes llegan a las puertas del cielo; comienza en el momento en que aceptamos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. 

Juan 3:16, una piedra angular de la fe cristiana, nos recuerda esta profunda verdad: 

" Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." - Juan 3:16 

Este versículo resume el corazón del amor de Dios por la humanidad, un amor tan grande que sacrificó a Su propio Hijo para redimirnos del pecado y la muerte. Por lo tanto, la vida eterna no es una esperanza lejana, sino una realidad presente para quienes creen. Es una experiencia transformadora que comienza aquí y ahora, al entrar en una relación con Jesucristo. Este versículo también enfatiza la importancia de la fe, de depositar nuestra confianza en Jesús como el Hijo de Dios y el Salvador del mundo. 

Juan 17:3 aclara aún más la naturaleza de la vida eterna: 

"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." - Juan 17:3 

Este "conocer" no es simplemente un asentimiento intelectual o una acumulación de hechos sobre Dios y Jesús; es un conocimiento íntimo y experiencial, una conexión personal profunda con lo Divino. Es una relación caracterizada por amor, confianza, obediencia y comunión constante. Así como Adán conoció a Eva (Génesis 4:1), resultando en la creación de nueva vida, así también conocer a Dios y a Jesús da lugar a la vida espiritual dentro de nosotros, transformándonos desde adentro hacia afuera. Este conocimiento íntimo se cultiva a través de la oración, el estudio de las Escrituras y la búsqueda activa de la presencia de Dios en nuestra vida diaria. 


La Clave para las Promesas de Dios: Intimidad con el Dador de Promesas 

Así como estar junto a una mujer embarazada no otorga la experiencia del embarazo, simplemente asistir a la iglesia o realizar rituales religiosos no convierte automáticamente a alguien en un verdadero seguidor de Cristo. La clave para desbloquear la plenitud de las bendiciones de Dios y experimentar el poder transformador de Sus promesas radica en cultivar una relación profunda e íntima con Jesús, quien encarna y cumple todas las promesas de Dios. 

2 Corintios 1:20 enfatiza esta verdad crucial: 

"Porque todas las promesas que ha hecho Dios son “sí” en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos “amén” para la gloria de Dios." - 2 Corintios 1:20 

Sin Cristo, las promesas de Dios permanecen latentes, como semillas esperando el agua vivificante de Su Espíritu. La visión de Jacob sobre la escalera refuerza este principio: Dios primero reveló a Jesús, el camino al cielo, y luego afirmó Su pacto con Jacob, reflejando las bendiciones otorgadas a sus antepasados, Abraham e Isaac. Esta secuencia resalta el papel esencial de Jesús como mediador y cumplidor de las promesas de Dios. A través de Cristo, accedemos a la plenitud de las bendiciones divinas. 


Activando las Promesas: Un Corazón Conectado al Corazón de Jesús 

Conocer a Jesús no es una mera formalidad, una casilla en una lista de tareas espirituales; es una relación dinámica y transformadora que requiere intencionalidad y cultivo constante. No basta con reconocer Su existencia o recitar hechos sobre Su vida; debemos buscar activamente comprender la profundidad de Su sacrificio en la cruz y cultivar una conexión personal con Él, permitiendo que Su amor y gracia impregnen cada aspecto de nuestro ser. Este conocimiento profundo e íntimo es el catalizador que activa las promesas de Dios en nuestra vida, llevándolas del potencial a la realidad. Es a través de esta conexión con Jesús que recibimos el poder y la gracia para superar desafíos, vivir en victoria y cumplir nuestro propósito dado por Dios. Esto implica pasar tiempo en oración, meditar en las Escrituras y buscar Su guía en cada decisión que tomamos. 

 

Conclusión 

Nuestro caminar con Dios, nuestra peregrinación espiritual, comienza con conocer a Jesús. Este conocimiento no es meramente intelectual; es una relación profunda y personal que abre el cofre de las promesas de Dios y nos introduce en la plenitud de la vida eterna, una vida rebosante de Su amor, gozo, paz y propósito. Abraza este conocimiento transformador, cultiva la intimidad con Jesús y sé testigo del asombroso despliegue de las bendiciones de Dios en tu vida. 

 

Reflexiona: 

  • ¿Cómo puedes profundizar tu relación personal con Jesús? 

  • ¿Cómo ha impactado tu vida el conocer a Jesús y activado las promesas de Dios? 

     

Oración: 

Padre, te damos gracias por el regalo de tu Hijo, Jesús. Declaramos que deseamos conocerle íntimamente, y a través de este conocimiento recibimos la plenitud de tus promesas y la vida abundante que has preparado para nosotros. Caminamos en el poder de tu vida eterna, sabiendo que siempre estás con nosotros, guiándonos y protegiéndonos. En el nombre de Jesús, Amén. 

 

Puntos Clave: 

  • La vida eterna comienza al aceptar a Jesús. 

  • Conocer a Dios y a Jesús es una relación íntima. 

  • Todas las promesas de Dios se cumplen en Cristo. 

  • Profundizar nuestra relación con Jesús activa Sus promesas. 

  • La visión de Jacob revela la importancia de conocer a Jesús. 


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